Maldito corazón fuerte

Piel con escamas de pez anciano
por donde resbalan los recuerdos
a una parsimonia cruel.
Patinan las imágenes por su mirada
como el nadador por una piscina
olímpicamente olvidadiza.
Sus piernas se han unido al juego de la flor de loto
y se han negado a sostener
ese cuerpo vacío que a expensas y a duras penas
vive de un corazón fuerte.
Músculo forjado a base de
sacrificios sin recompensa,
madrugones sin sol,
matrículas rasgadas,
dolores sin epidural.
¿Por qué eres tú el único órgano que recuerda
como era aquello de vivir?
¿Crees que por convertirte en acero
no te oxidarás?
Oh, corazón, corazón fuerte,
maldito seas
por empeñarte en tu legado de latidos sin rumbo,
porque tu obstinación es mi dolor
y tu rendición, mi orfandad.

© Anabel

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