
Estas hojas huelen a goma Milán, saben a tinta negra y, al pasarlas, se puede oír la música de M Clan. La brisa de septiembre también tiene una gran participación en este proyecto: me dio alas después de un verano tórrido y absolutamente olvidable. Nunca me sentaron bien los aires estivales, prefiero el otoño que me permite pisar la alfombra que los árboles van tejiendo mientras se desnudan; prefiero la temperatura que exige una manga larga y una taza de té; prefiero pagarle a la compañía eléctrica por la calefacción que por el aire acondicionado, aunque salga más caro. Cuestiones metabólicas, supongo. Beatriz es también una cuestión metabólica. Han sido necesidades de este tipo las que me empujaron a escribir esta recopilación de textos que están unidos en un orden determinado y bajo las mismas tapas para obligarles a formar un conjunto, un conjunto extraño, heterogéneo, ecléctico, pero que, al fin y al cabo, se podría denominar libro. Aunque nunca tuvo semejante aspiración, lo que simplemente empezó siendo unos apuntes y unos textos aislados, se convirtió, no sé muy bien cómo, en un proyecto que fue creciendo solo, casi de manera autónoma, sin necesidad de regarlo o abonarlo. Fue alcanzando dimensiones demasiado grandes para su escasa envergadura y se complicó con poesías y dibujos y cosidos a mano y fotos… Toda una experiencia, toda una catarsis, una explosión de fin de época que anuncia, como la caída de las hojas, que una nueva era va a comenzar. Y que únicamente puede venir lo bueno, porque lo malo, ya se acabó.
Beatriz recoge los trozos de su pasado para reconstruir su presente, inaugurando una nueva vida sobre las coordenadas de los dictados de su corazón, más vivo que nunca. Textos intimistas, densos, llenos de emociones, derrotas y victorias existenciales conforman este peculiar diario. Batallas cotidianas que nunca se citarán en los libros de Historia, injusticia que las Beatrices perdonan y olvidan siempre que se dejan mojar por la lluvia, conscientes de su fragilidad bajo los rayos del Sol.
Beatriz es un libro de artista compuesto por dieciséis grabados en goma de borrar acompañados de sus respectivos textos. Imprimí, grabé y encuaderné una tirada de treinta y cinco ejemplares estampados y confeccionados en el Taller de l’Assalt, dirigido por Antoni P. Vidal. La editorial Sabara, en 2013, lo publicó como libro digital.
Los grabados están elaborados en gomas de borrar, miga de pan 420, en papel Sensation Tradition 120 gr. Encuadernación francesa. 48 páginas. Tamaño: 18’5 x 17 cm.
Maribel Mir me acompañó en las presentaciones que hicimos en Zaragoza, foto de la izquierda en La Bóveda del Albergue, y en Lleida, en el Centre Cívic de Balàfia.
«El capítulo o relato titulado ‘¿Dónde estabas, vida?’, título tan sugerente para vacilar en darle uno u otro significado, se encabeza con el grabado de un corazón latiente lleno de cicatrices que precede a la única cita del libro: ‘La felicidad es la conciencia de la propia mejora. Alexander Lowen’, acertadamente escogida para marcar el horizonte que se aprecia en los otros dos tercios que nos quedarán por leer. Y ese corazón, ese grabado, no es único, porque para abundar en que Beatriz es más que un libro, Anabel Consejo nos ha regalado su iniciación en el arte del grabado, y así cada capítulo o relato nos anticipa la vegetación que lo arropa con unas imágenes reveladoras.»
José Antonio Prades
