Llevar gabardina

Un claxon me humilla,
patea mi respiración
y descoloca a la lluvia
que no sabe si caer
o permanecer suspendida.
Cierro los ojos y deseo no estar,
no ser
en ningún lugar,
pero las gotas rebeldes
acarician mi cara,
me devuelven a la calle de la vergüenza
al doblar la esquina.
Sólo un portal me acoge
con un abrazo húmedo y oscuro.
No hay estrellas en su cielo,
ni árboles en el patio,
y el sonido del contador,
cual reloj de arena,
me señala la inutilidad
de llevar gabardina.

© Anabel

6 comentarios sobre “Llevar gabardina

  1. Dios Anabel… Qué maravilla. Soy tu poema de carne y huesos. Ni más ni menos. Más huesos que carne… Para qué protegerse de lo que de seguro habrá de calarnos… Hasta el mismísimo tuétano.Llego acá y respiro un poquito… Otro sorbito de aire… Leyéndote. Y tus letras me dan de beber oxígeno puro a través de esa lluvia que imagino, de la vergüenza de un estúpido claxon, de la soledad de un portal de nadie, de las ganas de llegar de nuevo a casa… A esa casa que ocultamos bajo las inútiles gabardinas.Un abrazo silencioso… pssssss… En silencio el mar… El mar en calma que espera…

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  2. Enhorabuena, esta poesía, esta llena de unas hermosas imágenes, sin tules ni encajes, desnuda, limpia, directa al corazón de quien te lee…no sabes lo que me gusta que te lances a la poesía…un beso de azpeitia

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