Me gustaría invitarte a un café.
Saber si lo tomas con leche o con dos azucarillos.
Adivinar cuántas vueltas vas a darle a la cucharilla.
Ver cómo intentas enfriarlo soplándole tu aliento.
Cómo te acercas la diminuta taza, con cuidado de no mancharte.
Oír el tintineo de la loza al dejarla sobre el plato.
Observar la lengua que limpia la espuma de tus labios.
Compartir un espacio tan pequeño sólo contigo, frente a frente.
Mirar mi reflejo en tus ojos.
– Bueno, ¿qué te pasa?
Y tener el valor de contestarte:
– Sólo me pasas tú.
Saber si lo tomas con leche o con dos azucarillos.
Adivinar cuántas vueltas vas a darle a la cucharilla.
Ver cómo intentas enfriarlo soplándole tu aliento.
Cómo te acercas la diminuta taza, con cuidado de no mancharte.
Oír el tintineo de la loza al dejarla sobre el plato.
Observar la lengua que limpia la espuma de tus labios.
Compartir un espacio tan pequeño sólo contigo, frente a frente.
Mirar mi reflejo en tus ojos.
– Bueno, ¿qué te pasa?
Y tener el valor de contestarte:
– Sólo me pasas tú.
© Anabel
Anabel: Este poema también es hermoso: simple, sencillo, limpio, como me gustan los poemas, sin adornos innecesarios. Solo me quede con ganas de tomarme esa taza de café.Alicia
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Un bonito poema donde se mezclan dos placeres: el amor y el café…Necesito tiempo para seguir leyendo tu blo, tiene muy buen pinta.
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Este corto no lo había visitado, es muy bueno, es cálido, acogedor y lleno de esa ternura que escondes…y que asoma a intervalos en tus escritos…un beso desde azpeitia
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